Miura, Taro
Vine a vivir a Tokio tras graduarme en bellas artes en una universidad de la región de Kansai. Me trasladé a un pequeño piso, pero sin trabajo ni dinero la situación resultaba insoportable. Siempre había pensado que si conseguía buenos trabajos ganaría lo bastante para llevar una vida acomodada en Tokio. Ahora que llevo una vida digamos normal –muy lejos aún de esa vida acomodada– ni tan siquiera he conseguido saber cuál es mi verdadero espacio.
Sin llegar a resolver esa duda, celebramos recientemente en un pequeño templo sintoísta del vecindario el hatsuzekku de mi hija, un ritual parecido al bautizo cristiano de los bebés. Entonces tuve la sensación de que lo que estábamos viviendo era parte de una historia, y comprendí que lo que me faltaba para disfrutar realmente de la vida de Tokio era esa historia común entre Tokio y yo. Mientras ascendía por una cuesta con esta idea en la cabeza, sentí que esa cuesta era de repente un lugar más familiar.
Creo que lo que he querido contar en este libro tiene que ver con lo que llamamos pecas o lunares. Aunque nos miremos todos los días en el espejo apenas nos fijamos en esas manchitas que tenemos en la cara, y sin embargo las de los demás nos resultan tan llamativas que las consideramos una característica inseparable de la persona. De la misma manera, hay cosas de Tokio que alguien que vive en Tokio no puede ver. Sonidos, por ejemplo, a los que no prestamos atención. Al identificar los lunares de la ciudad –que a veces he exagerado caprichosamente y a los que he añadido algo de color– creo que he llegado a reconocer mejor mi propio Tokio. Me alegraría que la lectura de este libro sirviera para que los lectores se pararan a observar y pensaran en la ciudad en la que viven, para apreciarla más e incluso para dudar de ella.
Taro Miura