Campos, Jorge
Jorge Renales Fernández, Jorge Campos, nació en Madrid el 19 de abril de 1916. Fue alumno de los padres escolapios del Colegio Calasancio de Madrid, con quienes inició el Bachillerato, que concluyó en el instituto Cardenal Cisneros. Al terminar el grado de bachiller ingresó en la Normal de Maestros, de Madrid, para estudiar la carrera de Magisterio según el Plan Profesional, recién estrenado por la República. Al iniciarse la guerra civil se incorporó voluntariamente al ejército republicano con las milicias de la FUE, a la que pertenecía desde sus tiempos de estudiante. Por su profesión de maestro fue encargado de la organización de colonias escolares para refugiados de Madrid en la zona levantina. A continuación pasó a formar parte de la redacción del periódico La Hora, órgano de las JSU, en el que continuó colaborando con reportajes y otros trabajos periodísticos hasta el final de la guerra. Alternaba estas tareas en Valencia con su labor política en el Comisariado de Carros de Combate.
Al término de la guerra civil pensó, como otros miles de españoles, en salir de España, pero fue apresado en el puerto de Alicante, de donde pasó al campo de concentración de Albatera. Al salir del campo marchó a Valencia, donde vivió hasta 1943 trabajando en diversas tareas relacionadas siempre con su vocación de escritor y periodista. Fue corrector, confeccionador, portadista en varias imprentas de la ciudad, como Gráficas Bernés, Tipografía Moderna, etc., a la vez que, según su propia frase, «andaba buscando qué publicar». Al mismo tiempo, daba clases de bachillerato en academias y leía intensivamente en la Biblioteca Provincial.
Por entonces se estaba formando en Valencia un grupo de personas con afición literaria, al que pertenecían Pedro Caba, José Luis Hidalgo, Ricardo Blasco y, más tarde, José Hierro, cuyo propósito era lanzar una revista de poesía; surgió así Corcel, en el año 1940, una de las más significativas revistas de la postguerra ajena al régimen. En este mismo año, los amigos de Jorge Renales publicaron una edición de su cuento Eblis, firmado ya como Jorge Campos, nombre que adoptó debido a las circunstancias y que siguió usando a lo largo de su carrera literaria.
En 1941 inició sus estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Valencia, que finalizó en 1943. Concluida la carrera, regresó a Madrid, donde se dedicó durante dos años a trabajar en la preparación de su Historia de la literatura universal, encargada por la editorial Pegaso, y que vio la luz en 1946.
Desde su llegada a Madrid trabajó como becario en el Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, del que fue colaborador hasta 1968. Como siempre, Jorge Campos alternaba sus tareas en el Consejo y sus colaboraciones y publicaciones, con sus clases de bachillerato, que, aparte de ser fruto de una vocación truncada por la guerra, le permitían ganarse modestamente la vida.
Incansable luchador, trabajó también en la clandestinidad formando parte activa de la Unión de Intelectuales Libres (UIL), desde su fundación hasta su fin en 1947.
En 1953, año de su matrimonio con María Victoria Cortés, apareció su libro de cuentos El hombre y lo demás, que reunía relatos escritos desde 1940. Ese mismo año marcó el comienzo de su especialización en estudios sobre el Romanticismo español, escribiendo varios prólogos para la Biblioteca de Autores Españoles. Entre las ediciones destaca el tomo dedicado a Espronceda, con el que se reanudó la colección tantos años interrumpida.
En 1955 se le concedió el Premio Nacional de Literatura por su obra Tiempo pasado, colección de relatos inspirados en su etapa valenciana. Ya en 1946 había sido galardonado con el Premio José Luis Hidalgo por su cuento «Dos cartas del suicida Pedro Ruiz», y en 1949, con un accésit del Premio Internacional Hernández Catá, de La Habana, por su cuento «El atentado».
Durante dos años —cursos de 1956-1957 y 1957-1958— Jorge Campos desempeñó las cátedras de Historia de la Literatura Dramática y Cultura Literaria en la Escuela de Arte Dramático de Madrid. En esta misma época, 1956, inició su colaboración periodística en la revista Ínsula, donde dirigía la sección «Letras de América» y en la que permaneció hasta su muerte.
Su trabajo en editoriales de Madrid comenzó también en esta misma década de los cincuenta. Primero en la editorial Arión, que dirigía Fernando Baeza, y luego en Taurus, donde trabajó cerca de quince años como jefe de producción. El último de estos trabajos editoriales fue en Alianza Editorial, donde permaneció hasta que sufrió la pérdida de la vista y tuvo que abandonar el trabajo activo.
Publicó durante estos años, además de su obra de creación, obras tan importantes como ignoradas por el gran público como Conversaciones con Azorín, para Taurus (1964), y Teatro y sociedad en España (1780-1820) para Moneda y Crédito (1968), así como una serie de antologías para Alianza Editorial, de Larra, los Machado, Rubén Darío, Bécquer, Campoamor, etc.
Continuó también con su labor pedagógica dando clases de literatura española e hispanoamericana en programas para estudiantes norteamericanos en España de Bowling Green College, Middlebury College y la Universidad de Nueva York.
En 1975 una disminución rápida de la visión puso de manifiesto una diabetes aguda, totalmente ignorada, que le llevó en poco tiempo a la pérdida total de la vista. Esto no impidió que siguiera trabajando incansablemente, ayudado por su mujer y sus tres hijos, hasta el mismo día de su muerte, ocurrida el 8 de julio de 1983 a causa de una hemorragia cerebral. Estando ya ciego redactó y dictó su obra Introducción a Pío Baroja, publicada por Alianza en 1981.
La primera edición del libro Cuentos sobre Alicante y Albatera apareció póstumamente, en diciembre de 1985, en la colección Memoria Rota, Exilios y Heterodoxias, dirigida por Carlos Gurméndez, dentro del sello Anthropos Editorial del Hombre, de Barcelona.
[Fotografía de Escuder. Valencia, primeros años 40]