Pérez, Carlos
CARLOS PÉREZ, CRONISTA DE LA MODERNIDAD IMPOSIBLE
Breve semblanza biográfica, por Artemio Sandoval
Carlos Pérez (Carlos César Pérez García) nació en 1947 en Valencia, lugar al que, en algunos textos, se ha referido como la capital de «la Tierra de la Modernidad Imposible». (1) Es el menor de los tres hijos (2) que tuvo el matrimonio formado por Carlos Pérez Moreno e Isabel García Pardo, que en la inmediata posguerra abrieron, en el barrio de Velluters de la ciudad, en las proximidades del Mercado Central, un almacén de cartonajes y papelería para la imprenta y el comercio.
En los años anteriores a la contienda civil, el padre, fotógrafo amateur, (3) había escrito y estrenado, con cierto éxito, algunas operetas de carácter cómico en colaboración con el músico Leo Aguirre; la madre, adicta a la novela policiaca y a las historias de espionaje, fue una seguidora incondicional de Agatha Christie, de George Simenon, del cine de Alfred Hitchcock y, al igual que su hijo Carlos, de las aventuras del inspector Dan que publicaba la revista Pulgarcito.
Se puede decir que el matrimonio constituía una pareja un tanto curiosa, muy aficionada al cine, a los espectáculos teatrales y, también, al circo. (4) Debe añadirse que el padre hablaba inglés, algo insólito en aquella época y, además, compraba la edición en español de la revista Life. Por su parte, el hermano mayor, Alfonso, que estudiaba Medicina, llevaba a casa ejemplares del semanario Paris Match. (5) Sin duda, todo aquel universo fue la auténtica escuela de la que obtuvo una formación más sólida que la que se proporcionaba a los alumnos de las Escuelas Pías, donde estudió durante bastantes años. Según él mismo ha escrito, sólo se interesó por las clases de lengua y literatura francesa cuyo profesor, «un cura bastante extraño y estrafalario, entre otras muchas cosas, me hizo apreciar los valores del Siglo de las Luces y me mostró que la modernidad en España siempre había llegado desde Francia. Fue la única persona que me enseñó algo positivo en aquel colegio». A partir de entonces, la avidez de Carlos Pérez por la lectura se incrementó progresivamente. (6) En su repertorio de autores preferidos, con el tiempo ha ido incluyendo nombres que han desarrollado una literatura de carácter muy distinto: Marcel Schwob, Charles Dickens, Francisco de Quevedo, Boris Vian, Dashiell Hammett, Daniel Defoe, Herman Melville, Roald Dahl, John Dos Passos, Julio Cortázar, Jonathan Swift, Vicente Huidobro, Ramón Gómez de la Serna, Oliverio Girondo, Karel Capek, Mark Twain, Rudyard Kipling, Jacques Prévert, Robert Louis Stevenson…(7)
Tras estudiar el bachillerato de ciencias, algo que hizo por imposición paterna, y viajar a Francia en dos ocasiones, se matriculó en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Valencia, donde se licenció en Ciencias de la Educación. Por lo que se deduce de algunas declaraciones, todo aquello, a excepción de las estancias en París, (8) no le importaba mucho. Recién acabada la carrera, viajó a Colonia y tuvo la posibilidad de ver una exposición de la colección particular de Sidney Janis, en la que se presentaban una serie de obras de Joaquín Torres García que le resultaron de especial interés. El descubrimiento del artista uruguayo le sugirió algunas vías a seguir. En efecto, la relación de Torres García con las teorías pedagógicas hizo que profundizara en el diálogo entre el arte moderno y los movimientos pedagógicos renovadores. Los resultados se materializaron, mucho tiempo después, en dos exposiciones que se presentaron en el IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno), en las salas de la Institución Libre de Enseñanza en Madrid y en las del edificio de La Pedrera de Barcelona, con los títulos Infancia y Arte Moderno y Aladdin Toys. Los Juguetes de Torres García. (9)
En 1973 contrajo matrimonio con Margarita Soria, una compañera de la Facultad, y, cuatro años más tarde, nació Marta, su única hija. Durante esos años su actividad se centró en el diseño de materiales didácticos muy influidos por las aportaciones pedagógicas de María Montessori, de Ovide Decroly y de la Bauhaus. Dado el escaso interés que mostraban los editores y fabricantes de juguetes de la época por esa clase de trabajos, decidió abrir un taller para la fabricación y venta de los mismos en el centro de la ciudad. Tras cuatro años de actividad, el establecimiento cerró las puertas por falta de una financiación adecuada. (10)
Pese a la escasez en Valencia de ofertas culturales, (11) así como de espacios adecuados en los que desarrollar propuestas, Carlos Pérez optó por profundizar en el estudio de las vanguardias, especialmente en todo lo concerniente al diseño gráfico. Al mismo tiempo, comenzó a escribir textos sobre arte y literatura del siglo XX en distintas revistas. En 1989 entró a trabajar en el departamento de Comunicación y Didáctica del IVAM, institución de la que tiempo después sería conservador de material impreso y conservador jefe de la colección. (12) En esos años, a partir de la exposición El Ultraísmo y las Artes Plásticas, un proyecto desarrollado por Juan Manuel Bonet, tuvo la oportunidad de conocer la obra del poeta chileno Vicente Huidobro, un nombre fundamental en la literatura de vanguardia que, en París, mantuvo una gran relación con diferentes autores innovadores. La mencionada muestra le motivó a trasladarse en repetidas ocasiones a Santiago de Chile con la finalidad de investigar y reconstruir la historia de los «poemas pintados», que constituían la serie Salle XIV, por la que Vicente Huidobro había alcanzado gran notoriedad.
En el año 2000, por invitación de Juan Manuel Bonet, entonces director del Museo Reina Sofía de Madrid, (13) comenzó a trabajar como conservador en dicha institución. Allí pudo finalizar la primera edición de los poemas que componen el proyecto Salle XIV y producir un facsímil de la revista Création/Creación, fundada y dirigida por el poeta, así como la exposición Vicente Huidobro y las Artes Plásticas, que también se presentó en Chile.
En 2005 regresó a Valencia e inició el programa expositivo del MuVIM. (14) Centró el mismo en tres grandes líneas de carácter internacional que tradicionalmente no eran consideradas y no tenían cabida en otros museos de la ciudad: el arte gráfico (el cartel, la tipografía y el diseño actual), la fotografía y el libro ilustrado. (15) Como el mismo Carlos Pérez manifestó en una conferencia: «Durante cinco años trabajé muy bien en el MuVIM, pero, como ya había sucedido en el IVAM, las injerencias políticas hicieron naufragar el proyecto. Era muy evidente que Valencia quería seguir siendo la capital de la Tierra de la Modernidad Imposible».
En la misma época que trabajó en el MuVIM, colaboró en proyectos desarrollados por otros museos, como la exposición Picasso: Viñetas en el Frente, que tuvo lugar en el Museu Picasso de Barcelona, y El Cartel Moderno Europeo 1888-1938, en el Museo Picasso de Málaga. También colaboró con artículos en la revista LARS. Cultura y Ciudad, de la que fue responsable de contenidos.
A lo largo de su trayectoria profesional ha escrito distintos textos sobre artistas como Pablo Picasso, Saul Steinberg, George Grosz, John Heartfield, Joaquín Torres García, Fortunato Depero y Ramón Gómez de la Serna, entre otros. También se ha aproximado en repetidas ocasiones a la literatura de ficción, pero su timidez ha hecho que, la mayoría de las veces, firme con seudónimo los relatos (una excepción es el cuento Kembo, ilustrado por Miguel Calatayud).
En el mes de noviembre de 2012, la Embajada de Francia impuso a Carlos Pérez la insignia de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras. En el acto de la condecoración, celebrado en el Instituto Francés de Valencia, evocó el barrio de Velluters, donde está ubicado el Instituto, que fue el escenario de su vida desde la infancia hasta mediados de los años setenta del pasado siglo: «Velluters, nombre reciente del barrio, era una especie de gueto de calles estrechas y más cosmopolita de lo que la gente pueda imaginar. En efecto, en la zona (centro auténtico de la ciudad), desde el siglo XVIII habían decidido edificar sus residencias e industrias impresores suizos, sederos italianos, relojeros alemanes, consignatarios de buques franceses, representantes ingleses de empresas de salazones y bacalaos de Terranova, proveedores de especias para perfumes y embutidos, almacenistas textiles, vendedores de pescado procedentes de toda la costa del Mediterráneo, bodegueros, sombrereros, cordeleros, almacenistas de papel (como mi padre), tintoreros y fabricantes de abanicos del país. Y, además, artistas de circo y variedades que alquilaban habitaciones en pensiones de coste muy económico. Se podría decir que aquel conglomerado era una extraña mezcolanza de judíos y cristianos de la que procederíamos nosotros».
Hace unos meses nos encontramos por la calle y le pregunté cuál había sido el origen de este Buffalo Bill Romance que publica ahora Media Vaca. Después de asegurarme que nuestro encuentro había sido casual porque desde hacía algún tiempo había trasladado su residencia a Praga, me contestó: «El origen del libro es esa escena de La vida privada de Sherlock Holmes en la que una airada Reina Victoria I de Inglaterra ordena que se destruya de inmediato cierto prototipo de submarino movido a tracción humana por considerar que tal artefacto resultaba "antideportivo, antibritánico y, además, de muy mal gusto"». (16) La respuesta me pareció, más que divertida, inquietante.
2. Carlos Pérez no llegó a conocer a su hermana, María Isabel, que falleció a los dos años de edad, antes de nacer él.
3. La fotografía de Carlos Pérez que acompaña el colofón de este libro fue realizada por su padre el día de Reyes de 1958. A excepción del revólver y un puñal de goma que no se aprecia en la imagen, adquiridos en Almacenes La Cadena, los adornos y modificación del sombrero (procedente del guardarropa en desuso del abuelo paterno), las cartucheras y las fundas de las armas habían sido confeccionadas por su madre.
4. Carlos Pérez recuerda que, en sus fantasías infantiles, imaginaba a su padre como El Gran Carper, un empresario del espectáculo, y a su madre como Miss Elisabeth, una caballista de excepción. Esta última cantaba con frecuencia la melodía Ramona, que, en 1928, había popularizado la actriz Dolores del Río. Bastantes años después, Carlos Pérez se sorprendió al descubrir que el escultor Alexander Calder manipulaba a la trapecista de su famoso circo en miniatura al compás de la mencionada canción. Tal vez ese fuera el motivo de que en la representación de Babar visita el circo, basada en La historia de Babar, el pequeño elefante, de Francis Poulenc, Carlos Pérez incluyera una versión de Ramona para acompañar el número de la contorsionista. También llama la atención que su padre, a finales de la década de 1950, patentara la tinta Carper para estilográficas. Por lo visto Carper sonaba de forma parecida a Parker, la famosa marca, lo que, a juicio de aquel hombre, podría resultar muy comercial.
5. En una conversación, Carlos Pérez comentó que, gracias a aquella revista, pudo seguir los avatares de la guerra de Ifni de 1957 y del fallecimiento, el mismo día (11 de octubre de 1963), de Edith Piaf y Jean Cocteau.
6. Como anécdota, se puede referir que suspendió un importante examen de matemáticas porque, en vez de estudiar el temario, empleó el tiempo en leer una historia sobre un cazador de leones en Kenia y un reportaje sobre el infierno que atravesó un piloto americano que, tras ser operado por heridas recibidas en la guerra de Corea, se convirtió involuntariamente en morfinómano. Ambos textos, de temas muy atractivos para él, aparecían en un volumen de Selecciones del Reader’s Digest que le había prestado un familiar.
7. El listado de los autores con los que más conecta es realmente muy extenso. Una tarde le hice una visita y descubrí que acababa de leer Cómo venció Tom al capitán Baladrón y El capitán Baladrón ataca de nuevo (How Tom Beat Captain Najork and his Hired Sportsmen y A Near Thing Captain Najork), dos textos breves de Russell Hoban, ilustrados por Quentin Blake, dirigidos a la infancia. Al ver mi cara de extrañeza me comentó: «Son dos relatos magníficos, al igual que los dibujos. Y me interesan también porque son como una continuación de la larga serie de libros sobre Guillermo Brown (para mí auténticos manuales de pedagogía moderna) que escribió Richmal Crompton y todos leímos desde muy pequeños». La pasión de Carlos Pérez por la literatura explica, asimismo, la relectura anual de El descubrimiento de la tumba de Tut-Ankh-Amon (The Discovery of the Tomb of Tutankhamen) que, más que la crónica de Howard Carter sobre un hallazgo fundamental en el mundo de la arqueología, a él le parece «una auténtica novela de aventuras».
8. En el Museo de Arte Moderno de París, entonces aún dirigido por Jean Cassou, pudo ver en directo obras de Picasso, Léger, Picabia, Matisse y Delaunay, entre otros muchos artistas. La primera visita a aquel espacio dejó en Carlos Pérez un recuerdo imborrable y le motivó a estudiar el arte de vanguardia. También fue un visitante asiduo de la Cinemateca francesa, a la que asistía, sobre todo, para ver programas dedicados a los comediantes del cine mudo americano. En aquel local se encontraba con frecuencia, junto a las taquillas, a Henri Langlois, aunque entonces no sabía de la importancia del personaje.
9. Posteriormente, en 2010, en el Museo Picasso de Málaga y en colaboración con José Lebrero, realizó una nueva muestra sobre la mencionada temática, tituladaLos Juguetes de las Vanguardias, en la que se presentaron piezas de estética más radical.
10. El taller L’infant, creado en colaboración con otros compañeros de la universidad, se instaló en la calle Guillem de Castro y llegó a tener un anexo en la calle Turia, proporcionado por Rafael Solbes, uno de los miembros del Equipo Crónica, que tenía su estudio en el mismo edificio. Todos los trabajadores del taller eran discapacitados y percibían un salario semanal. Aunque los productos tenían aceptación nacional e internacional, el ritmo de fabricación era bajo y limitaba las ventas. A esa circunstancia se debe añadir que había muy pocas ayudas estatales y el ingreso del importe de las mismas se demoraba en exceso.
11. Por ese motivo se alineó en el Col·lectiu d’Artistes Plàstics del País Valencià y participó en algunas actividades del grupo como en la muestra Els Altres 75 Anys de Pintura.
12. Carlos Pérez ha declarado en alguna entrevista que el IVAM fue una auténtica escuela para todos los profesionales que pusieron en marcha el museo. Se puede decir que, entre 1989 y el año 2000, el esfuerzo de los trabajadores hizo que la institución fuera un referente nacional e internacional. En esos años se cumplió un doble objetivo: difundir la obra de las figuras y movimientos que habían constituido el arte moderno y dar a conocer la obra de todos aquellos artistas que estaban configurando el panorama internacional de la plástica e indicaban hacia dónde irían las propuestas del siglo XXI. Durante un tiempo, Valencia pareció, según señaló Carlos Pérez, que había dejado finalmente de ser la capital de la Tierra de la Modernidad Imposible. Pero las constantes injerencias de tipo político, sobre todo a partir del año 2000, hicieron que la institución entrara en decadencia y los fondos de la colección fueran perdiendo la solidez y el rigor que los caracterizaron desde el inicio, cuando fueron organizados por Vicent Todolí.
13. En el MNCARS (Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía) realizó varias muestras y produjo tres espectáculos musicales. De entre sus trabajos de esos años, para él especialmente gratificantes, ha destacado sus preferencias por la exposición El Cartel Moderno Francés: Colin, Carlu, Loupot y Cassandre, en colaboración con Françoise Lévèque y, asimismo, por el proyecto Los Ismos de Ramón Gómez de la Serna y un Apéndice Circense. Esta última muestra, realizada conjuntamente con Juan Manuel Bonet, que incluía documentales, objetos, pinturas, esculturas, dibujos y carteles, ocupó los grandes espacios del museo y sirvió para celebrar, con un considerable retraso, el centenario del nacimiento de Ramón Gómez de la Serna.
14. El MuVIM (Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad), en su concepto original, iba a ser un espacio dedicado a la Ilustración, a la influencia de dicho movimiento en la España del siglo XVIII y a la figura del historiador, lingüista y polígrafo valenciano Gregorio Mayans y Siscar (1699-1781). Según opinión de muchos profesionales, refrendada por gran parte de la prensa, el proyecto no estaba muy bien definido y presentaba limitaciones de todo tipo. Al poco tiempo de su inauguración, pasó a convertirse en un espacio polivalente.
15. A finales de 2004, la inactividad en el MuVIM era manifiesta. Esa situación posibilitó la introducción de cambios sustanciales en el programa expositivo. Pese al establecimiento de las tres líneas indicadas en este texto, se mantuvo una vertiente directamente relacionada con el siglo de la luces. Al respecto, pueden servir de ejemplo las muestras La Casa de Borbón: Ciencia y Técnica en la España Ilustrada y Masonería e Ilustración.
16. La película La vida privada de Sherlock Holmes (The Private Life of Sherlock Holmes) fue rodada por Billy Wilder en 1970. Los intérpretes principales fueron Robert Stephens, Colin Blakely, Geneviève Page y Christopher Lee. El director reservó el papel de Victoria I para Mollie Maureen, una conocida actriz de carácter de origen irlandés que, tres años después, volvería a representar el mismo personaje en un episodio de la serie televisiva The Edwardians.