Themerson, Franciszka

Aunque se formó como pintora, su exquisito talento para el dibujo la condujo casi inevitablemente a la ilustración, la caricatura y otras formas de la narrativa gráfica. Realizó sus primeras ilustraciones para revistas infantiles cuando aún estudiaba en la Academia de Bellas Artes de Varsovia y luego ilustró los libros para niños escritos por su marido, Stefan Themerson, que llegarían a convertirse en clásicos de la literatura infantil polaca. En 1938, cuando los Themerson se trasladaron a París, Franciszka continuó con la ilustración infantil, trabajando para Flammarion. En 1940 recaló en Londres como cartógrafa para el gobierno polaco en el exilio, y fue aquí donde sus dibujos adquirieron una dimensión diferente. Había estallado la guerra, su marido vivía en Francia y Londres sufría el embate de los bombardeos. Bajo el título genérico de Unposted Letters (Cartas no despachadas), Franciszka dibujó la devastación que la rodeaba. Fue por entonces cuando utilizó por primera vez la figura de Alicia, aunque no como una niña victoriana con lazos en el pelo, sino como una joven sobrecogida (un autorretrato) que observaba los acontecimientos antinaturales que se sucedían a su alrededor. Tiempo después publicaría algunos de los dibujos de la serie bélica en una pequeña edición privada bajo el título de 40 drawings for friends (40 dibujos para los amigos). Durante la guerra ilustró asimismo la novela de Stefan Themerson Professor Mmaa’s Lecture (La conferencia del profesor Mmaa), que él le iba enviando a Londres página a página.

Después de la guerra continuó ilustrando libros infantiles y de otro tipo, incluidos muchos de los publicados por Gaberbocchus Press, la editorial que fundó con su marido en 1948 y que ambos dirigieron hasta 1979. Sin embargo, sus trabajos ya no podían ser considerados tanto ilustraciones como interpretaciones o comentarios gráficos. También publicó varios libros de dibujos.

El nombre de la editorial era una nueva referencia a Alicia y al Jabberwocky (Jabierloqui), al que los Themerson adoptaron en su versión latina. La editorial rendía homenaje al nonsense, se proponía seducir al intelecto y suscitar en sus lectores el apetito por las aventuras visuales.

La historia de las ilustraciones de Alicia

Las ilustraciones de A través del espejo que aparecen en este libro, finalizadas en 1946, han permanecido inéditas desde entonces [hasta la edición de Inky Parrot Press en 2001] para decepción de su autora, que las tenía por uno de sus mejores trabajos de ilustración para niños.

Franciszka Themerson las realizó por encargo editorial de George G. Harrap. En 1946, la obra de Carroll estaba a punto de pasar a dominio público y las propuestas para reeditar Alicia se sucedían. Aunque las planchas estaban concluidas hacia finales de 1947, Harraps decidió postergar la edición debido a la «difícil situación del mercado». Franciszka Themerson quiso anticiparse a corregir las planchas para tenerlas listas cuando por fin se decidiera la publicación del libro, pero nadie le dio ninguna certeza de que esto fuera a ocurrir, y finalmente todo quedó en el aire. Cuando en 1969, veintidós años más tarde, decidió recuperar sus dibujos con la intención de publicarlos en alguna otra editorial, le dijeron que se habían perdido. Tras un año de engorrosas negociaciones, sus abogados (Tarlo, Lyons & Aukin) lograron que aparecieran y le fueran devueltos.

La atracción por Alicia

Ya desde su infancia en Varsovia, los libros de Lewis Carroll sobre Alicia iban a formar parte esencial de esa deliciosa mitología infantil que aúna fantasía y lógica y articula lo familiar con lo inexplicable. Más tarde, la predilección de Franciszka Themerson por el nonsense como fuente de especulación imaginativa se manifestó tanto en su pintura como en sus incursiones en la escenografía, el diseño y la ilustración de libros. Entre sus otros mentores se cuentan Edward Lear, Jonathan Swift, Henri Michaux y Alfred Jarry, cada uno de los cuales le aportaría inspiración y solaz, así como la motivación para embarcarse en nuevas obras.

Gracias a Edward Lear se adentró, recién llegada a Londres en 1940, en los entresijos del nonsense victoriano. En la casa donde vivía encontró «un viejo libro inglés lleno de disparatados limericks y hermosos y delirantes dibujos. Fue una revelación. Me sentí como alguien a quien han paralizado y puede volver a poner los pies en el suelo». En Lear encontró un espíritu afín, capaz de combinar «lo cómico con lo macabro». El espectro de la sinrazón parecía estar asombrosamente próximo al mundo real.

Encantada con el encargo de ilustrar A través del espejo, ideó un sistema en el que Alicia era la misma niña de los dibujos de Tenniel, en blanco y negro y tres dimensiones. El personaje de Alicia representa el mundo real e inalterable, inmune a las paradojas del mundo del espejo. Los personajes del otro lado de ese espejo eran, en cambio, planos y coloridos. La Reina Roja y su séquito eran rojos, mientras que la Reina Blanca y el suyo eran azules. El resto de los personajes eran azules o rojos o una mezcla de ambos.

En los libros de Alicia, la historia sigue dos derroteros. El primero es el puramente lineal, que hace de ellos obras aptas para niños. El segundo nivel es el de los textos, con sus problemas lógicos, la heterodoxa partida de ajedrez, las referencias, citas y juegos de palabras, que han sido analizados y descritos por críticos literarios, científicos y psicólogos. Puesto que las descripciones carrollianas de los personajes son a menudo extremadamente detalladas, el ilustrador tiene la libertad de crear un sistema de caracterización pero no puede cambiar la trama. La interpretación de Franciszka Themerson sitúa a Alicia en el pasado, en la época en que el libro fue escrito, y traslada el mundo del espejo a un futuro abstracto. Este mundo lineal está constituido por elementos formales de los que surgen sus fantásticas criaturas. Si bien las ilustraciones se ven obligadas a describir de un modo oblicuo la realidad de un mundo en el que la derecha es izquierda y viceversa, y donde avanzar es retroceder, pueden desplegar perfectamente el escenario e investir a los personajes de atributos particulares. Y así lo ha hecho Franciszka Themerson. Alicia es un poco más joven de lo que la pinta Tenniel; se parece más a la niña que confiesa tener siete años y medio en el texto de Carroll. Alicia es el único personaje infantil, si exceptuamos la fugaz aparición de un bebé. Es una niñita seria, curiosa, educada y en ocasiones algo cabezota, que va avanzando en la partida de ajedrez hasta convertirse en Reina. Es el tapete en el cual se despliega la aventura: si ella no interviene activamente, nada ocurre. Es su mirada la que da vida al resto de los personajes. Franciszka Themerson responde a los toques de fantasía de Lewis Carroll, cargados sutilmente de melancolía.

Jasia Reichardt