Editoriales valencianas. Cuestionario

Ginés Vera (Los ojos de Hipatia): ¿Cuándo iniciaron su actividad como editorial?

Vicente Ferrer (Media Vaca): Publicamos los tres primeros libros en 1998. Pronto cumpliremos 20 años.

G. V.: Según su opinión, ¿se lee más o menos que cuando comenzaron su actividad?

V. F.: No lo sé. Sé que hay estadísticas y reconozco no haberlas leído con el suficiente detenimiento. Pienso que el panorama no será muy distinto, ya que los índices de lectura de entonces no eran altos. Quienes leían entonces seguramente seguirán leyendo, aunque posiblemente hoy no haya tantos grandes lectores con el tiempo necesario para leer muchos libros. Quizá la mayor diferencia es que los lectores actuales no son exclusiva ni principalmente lectores de libros.

G. V.: El barómetro del CIS, arroja unas estadísticas comparativas con otros países de la UE en las que se indica que el 35% de los españoles no lee «nunca o casi nunca». ¿A qué creen que es debido este hecho, que se lea tan poco en nuestro país a pesar de editarse, en general, tantos libros al año?

V. F.: Es bastante optimista pensar que la gente va a leer más porque se publiquen más libros. La pregunta que habría que hacerse es: ¿Por qué se editan tantos libros si nadie lee? Quizá es porque el negocio editorial no tiene mucho que ver con la formación de lectores. Si hubiera una relación directa no se publicarían tantos libros mal escritos y pésimamente editados; o de un interés dudoso; o dependientes absolutamente de modas pasajeras; etcétera.

G. V.: En la Comunidad Valenciana, además del libro en castellano se editan títulos en valenciano. ¿Cómo sitúan la oferta bilingüe respecto a otras comunidades en las que solo hay oferta en castellano?

V. F.: La oferta es muy desigual. La producción en valenciano se dirige principalmente a un público escolar y universitario, sectores donde resulta rentable. Realizar una doble edición en castellano y valenciano es doblemente costoso y representa casi siempre un gran riesgo que las empresas pequeñas —mayoritarias en la Comunidad Valenciana— raramente pueden afrontar. A esta realidad habría que añadir el que muchos valenciano parlantes no leen ni escriben en valenciano; el uso que hacen de la lengua es sobre todo oral. Es una lástima que hayamos perdido una tradición de revistas literarias en valenciano, y que no existan publicaciones infantiles en valenciano que sean populares, porque serían muy útiles para familiarizar a los lectores con la lengua escrita.

G. V.: La crisis en el sector editorial y especialmente al hablar con los libreros parecía venir de muy atrás, antes de la famosa burbuja en 2007. ¿Cómo se ha vivido este actual periodo de crisis desde su editorial teniendo en cuenta si lo anterior es cierto?

V. F.: La crisis viene, desde luego, desde mucho antes. Será difícil encontrar una época en que no haya habido crisis (entendiendo crisis no como un período de cambio sino de precariedad). El consumo de libros no es algo popular ni en la Comunidad Valenciana ni, en general, en el resto del Estado: la gente prefiere gastarse su dinero en otras cosas. A nosotros nos han afectado poco las crisis porque hacemos un tipo de libros con el que no se puede aspirar a unas grandes ventas y que no deja apenas margen de beneficio: libros de imágenes que no responden a un criterio de moda y que requieren una excelente impresión, un cuidado especial de los archivos, unos papeles apropiados, etc.

G. V.: Hablemos de las soluciones, desde los distintos agentes del sector se oyen propuestas como que hace falta un mayor impulso institucional al sector del libro, ¿es así? ¿Es cuestión de mayor inversión de dinero, de mayor presupuesto por parte de los entes públicos?

V. F.: Si a la gente no le gusta leer, ¿por qué ha de ser sensible a los anuncios destinados a promocionar la lectura? No es sólo una cuestión de dinero, aunque es evidente que todo es cuestión de dinero. Es también una cuestión de educación, y en este sentido importa que no se asocien los libros a la obligatoriedad de leer, como ocurre en el período escolar, sino que se vinculen al disfrute. Es fundamental que las bibliotecas públicas estén bien surtidas, que estén abiertas a todo el mundo y que sean gestionadas por personas bien preparadas y con recursos que actúen como verdaderos activistas a favor de la lectura. En un par de ciudades españolas he visto recientemente modernos espacios dedicados a biblioteca que se han convertido en lugares de encuentro para los estudiantes y para todos los vecinos del lugar. Normalizar la convivencia con los libros es un primer paso necesario que habría que dar.

G. V.: Por último, querríamos conocer qué retos y perspectivas le auguran a las editoriales ante las nuevas tecnologías, ante los nuevos lectores y la oferta cultural no solo de libros sino de aplicaciones informáticas, videojuegos y alrededores; ante la era 2.0.

V. F.: Nos interesan los contenidos, antes que los soportes. Creo que en eso coincidimos muchos editores de literatura. Sin embargo, somos conscientes de que los soportes son importantes. Acostumbrado como estoy a leer en un libro, por ejemplo, me costaría mucho esfuerzo leer en un papiro, que es una tecnología anterior. Hay un factor de novedad que es difícil predecir cómo evolucionará. En mi opinión, durante mucho tiempo coexistirán los libros en papel y las nuevas tecnologías, porque el libro es un buen invento y porque ambas ofertas no tienen por qué ser excluyentes.


«Editoriales valencianas: una mirada ante los retos de las nuevas generaciones». Artículo de Ginés Vera publicado en la revista cultural Los ojos de Hipatia, n.º 8, julio de 2017, págs. 18 y 19.

[En la imagen: Grupa valenciana, dibujo de Alejandra Hidalgo].