Frühstück
No recuerdo cuándo vi por primera vez ilustraciones de Susanne, pero sí sé que el primer libro suyo que compré fue el titulado Cuando el mundo era joven todavía [Als die Welt noch jung war] de Jürg Schubiger, que publicó en español la editorial Anaya en 1997. Estoy seguro de que ya había visto antes otros dibujos, porque me había fijado en que firmaba con un nombre muy largo, Rotraut Susanne Berner, y había tratado de memorizarlo sin conseguirlo. Hasta no hace mucho dudaba si Rotraut iba al principio, en el medio o al final.
Me pareció divertido que usara lápices de colores, y me gustaron especialmente los rojos y los verdes de su paleta. Aunque hablar de paleta no sea muy preciso; debería decir «de su estuche». Me atrajo sobre todo el aire popular de sus composiciones, muchas veces sin fondos y con personajes moviéndose por el aire. Ingenuistas, se podría decir, pero repletas de elementos inquietantes. Como el león en el cuadro del Aduanero Rousseau: respetuoso con el sueño de la gitana, pero tal vez no.
¿De dónde venía esta Berner Rotraut Susanne de tan largo nombre? Por la parte de Berner, pensé, es una artista de las vanguardias; por la parte de Rotraut, una imaginera del gótico (una época, por cierto, rica en representaciones de animales); por la parte de Susanne, una ilustradora de almanaques y de libros escolares, de rótulos de comercios y de esos platos de loza donde los niños descubren a una familia de pingüinos jugando al tenis sólo cuando se han terminado toda la papilla hasta la última cucharada.
En 2005 conocí personalmente a Susanne y la invité a participar en un libro titulado Mis primeras 80.000 palabras, un diccionario ilustrado de palabras favoritas. Cada colaborador debía escoger su palabra favorita y realizar una ilustración alusiva en formato cuadrado y usando sólo dos colores. La palabra de Susanne era «Frühstück». La ilustración: un sol radiante que sumerge en un tazón gigantesco, con intención de comérsela, a una luna dormida, muerta o resignada. El elemento ingenuo es el mantel de cuadros desplegado sobre la mesa, y también la sombra que proyecta el tazón de acuerdo con la posición del sol en el dibujo (elemento científico-ingenuo). El elemento inquietante: la lengua con que el sol se relame y, sobre todo, el cuchillo que empuña en su mano derecha.
Para acompañar a su imagen en el diccionario, Susanne me facilitó un refrán que dice «Glück und Unglück ist alle Morgen jedermanns Frühstück». Durante mucho tiempo estuve pensando en esa frase. Ahora la interpreto del siguiente modo: el desayuno es una exaltación de la vida y supone el triunfo del día sobre la noche, sí, pero también implica el sacrificio del sueño, de la imaginación y la fantasía. Un imaginero medieval habría podido labrar en piedra o fijar en un vitral una escena como ésa. Un artista de las vanguardias, tras explorar y desmenuzar la simbología, habría llevado la anécdota de este desayuno hasta límites insospechados. Un dibujante comercial, anónimo, habría usado el motivo como estampado para el papel pintado que durante años alegrará el cuarto de los niños.
Vicente Ferrer
Texto publicado (en alemán) en el libro de homenaje a Rotraut Susanne Berner