Medalla FAD
Seguramente se hacen libros para ahorrarse los discursos. Y también, desde luego, porque los libros duran. No todos duran, y el misterio de los libros –el mayor de todos los misterios relacionados con los libros– es saber cuáles durarán y cuáles no. Todos los editores quieren que sus libros pervivan, y algunos incluso se toman algunas molestias para conseguirlo. Otros muchos, tal vez la mayoría, no se esfuerzan tanto, porque saben que los libros que finalmente quedan lo hacen por razones siempre misteriosas. Por ejemplo, El especialista, de Charles Sale, un relato que describe minuciosamente la construcción de una letrina en algún lugar del Oeste; o El principito, de Saint-Exupéry, una extraña historia interestelar con animales, vegetales y minerales parlantes que suele ofrecerse generación tras generación a los niños y que nadie podrá entender jamás. En cambio, no se conserva una frase de lo que escribió la filósofa y científica del siglo IV Hypatia, al menos bajo su nombre, o de lo que han escrito tantas mujeres a lo largo de la historia. En cambio, del Principito hay traducción al esperanto, con el fin de que una historia indescifrable se haga indescifrable para el número más amplio de lectores.
Esa misma fuerza misteriosa que arrastra a alguien a traducir El principito al esperanto, o una distinta, o quizá una fuerza opuesta, es la que nos ha empujado por el camino de los libros para niños y de las ediciones ilustradas que los franceses llaman «bellos libros», dos géneros que por separado tienen su público y su éxito pero que cuando se combinan provocan efectos de todo tipo. ¿Hay lectores para estos libros? Sin duda los hay. Y si no los hay, de lo que se trata es de inventarlos, y después, congregarlos y agitarlos. Por eso os damos las gracias por apoyar nuestro proyecto con la concesión de esta medalla. Gracias por ayudar a hacer visibles nuestros libros. Gracias por sumarnos a estas pequeñas editoriales con las que hoy compartimos el premio, cuya labor sentimos próxima y emparentada con nuestras propuestas.
Vicente Ferrer