Mi hermosa ciudad: Valencia
El libro que presentamos esta tarde se llama Valencia, como la ciudad que nos acoge. Lo edita Media Vaca, una pequeña editorial valenciana que algunos conoceréis, y son sus autores el poeta Bartolomé Ferrando y el fotógrafo Rafael de Luis.
Valencia es el tercer título de una colección que hemos titulado «Mi hermosa ciudad». Más tarde me gustaría contar algo sobre el origen de ese nombre, que en ocasiones también aparece escrito como «Mi hermosa cuidad», con el punto de la i cambiado de sitio.
Mi hermosa ciudad o Mi hermosa cuidad, tanto da, es una colección de libros sobre ciudades. Está planteada con la forma de un alfabeto, por lo que será una serie cerrada de 25 o 26 títulos, cada uno de ellos dedicado a una ciudad cuyo nombre empieza por una letra distinta.
Hasta el momento han aparecido tres títulos: Tokio, Zaragoza y éste sobre Valencia recientemente publicado.
La constricción alfabética hace que el libro sobre Tokio elimine otros posibles sobre Toledo, Tombuctú o Tuscaloosa. El de Zaragoza, que retiene la Z, acabó con las ilusiones de algunos fervientes partidarios de Zacatecas, Zurich, Zagreb y Zamora. Valencia se ha impuesto a su vez sobre Valladolid, Vilnius, Viena o Vladivostok, ciudades todas ellas muy interesantes y merecedoras sin duda de una atención especial.
¿Por qué Valencia y no Venecia? ¿Por qué una colección sobre ciudades?
No es difícil encontrar una respuesta a esta segunda pregunta: la ciudad es hoy el lugar donde se desarrolla principalmente la vida de la gente, el sitio donde ocurren las cosas. Hasta la vida en el campo se regula y decide desde las ciudades y según las ideas e intereses de quienes viven en las ciudades.
Existen ya muchos libros que se ocupan de las ciudades y los hay para todos los gustos. En general hay que decir que abundan los que se dirigen al turista y que tratan de atraer al visitante. Son libros, por supuesto, que hablan bien de las ciudades: describen bonitos decorados y los completan con un catálogo de monumentos y bares.
Nuestra intención, sin embargo, no era ocupar el espacio que ya cubre este tipo de libros y hemos hecho un esfuerzo por huir de los libros complacientes y de las guías banales a las que casi todo el mundo tiene ahora fácil acceso. Ese esfuerzo nos ha llevado a tomar varias decisiones. En primer lugar, los autores de Mi hermosa ciudad son artistas y escritores que viven y trabajan en la propia ciudad. Esa diferencia es fundamental. La gente suele hablar de su ciudad como un lugar que naturalmente se ama pero que con la misma naturalidad se odia. Quienes aman odian, como es bien sabido, ya que se trata en el fondo de una pasión idéntica. Hemos comprobado que esa circunstancia complica algo las cosas a la hora de definir los proyectos, pero los hace mucho más interesantes.
Tampoco queremos hablar de la ciudad exclusivamente desde el estereotipo. París no es la torre Eiffel y se puede vivir en Buenos Aires sin escuchar tangos. La ciudad no es sólo el traje que la ciudad se pone sino, sobre todo, la gente que vive en ella. Es cierto que los ciudadanos se parecen a sus ciudades, pero no es menos cierto que las ciudades pueden acabar pareciéndose a quienes viven en ellas cuando en sus habitantes existe una voluntad por cambiar las cosas.
Los tres títulos de Mi hermosa cuidad se parecen a sus autores y son tres libros muy diferentes. Podrían haber sido muchísimas otras cosas pero han acabado siendo lo que son por diversas razones. Tokio tiene la forma de un libro para niños que habla de los animales que viven en esa ciudad. A muchos lectores les sorprenderá saber que en nuestras ciudades, y especialmente en una megalópolis como Tokio, hay una vida animal interesante fuera de los zoológicos. Una segunda lectura más detenida del libro revelará que se trata también de un libro sobre el dinero, y es porque el dinero es un tema importante en Tokio.
Zaragoza no habla de animales, no habla de dinero y no tiene el aspecto de un libro para niños. Es una galería de retratos y una antología de pequeñas historias. Son 80 brevísimas semblanzas de personajes que vivieron o pasaron por la ciudad, ordenadas no de forma cronológica sino temática. Abre la serie la Virgen del Pilar, que visitó Zaragoza el 2 de enero del año 40 d.C., a la que sigue Miguel Pellicer, carretero que perdió una pierna en un accidente y al que le volvió a crecer por intercesión de la Virgen; le sucede Leonardo Buñuel, rico de Calanda que tocaba el tambor con unos palillos sacados de la muleta usada por Pellicer, y a don Leonardo le sucede, en la vida y en este libro, su hijo Luis, el director de cine. Etc., etc.
¿Y Valencia? ¿Por qué un libro sobre Valencia? Cuando empezamos a pensar en esta colección sabía que habría un libro sobre Valencia. Es incluso posible que nos inventáramos la colección para poder hacer este libro. Al capricho de los autores hay que agregar aquí el capricho de sus editores. Sea como sea, debo confesar que le hemos dado muchas vueltas y que hemos barajado muchas posibilidades. Tal vez habría sido preferible y más acorde con el ingenio valenciano dedicar la letra V a la ciudad de Vannes, donde está enterrado san Vicente Ferrer, y hablar de Valencia desde esa prudente distancia. Como no conocemos ni la ciudad ni a ninguno de sus 60.000 habitantes y sí conocemos en cambio autores en Valencia cuyo trabajo admiramos, y nos gustaría ayudar a difundir, no nos costó decidirnos por esta opción, que era además la más sencilla y razonable.
Por esa razón publicamos este proyecto de Bartolomé Ferrando y Rafael de Luis. No parte de un encargo de Media Vaca como los dos libros anteriores, pero encaja perfectamente en el espíritu de la colección. Sobre el proyecto y sobre el libro hablarán más extensamente sus autores, pero quiero aprovechar para expresar nuestra satisfacción por haber podido editarlo y nuestra alegría por poder presentarlo hoy aquí, y dar las gracias a Bartolomé y a Rafael por hacernos tan grato el trabajo.
Dije que el título Mi hermosa ciudad o Mi hermosa cuidad tenía su pequeña historia, y quisiera contarla brevemente. Es una invención de José Cardona El Persa quien en el número 4 de su publicación La beca del artista, dedicó su particular homenaje a la ciudad en este brevísimo texto que leeré a continuación, como saludo a El Persa, al libro Valencia, a sus autores y a todas las personas presentes.
La ciudad que nos acoge es hechicera y prodigiosa; sus veredas son itinerarios de salvación; su atmósfera, prana inevitable.
La ciudad que nos acoge viaja con nuestros ojos, dentro de nuestros corazones; su luz se entresija con la del cielo de todas las ciudades que podamos conocer.
Las elevaciones de la ciudad que nos acoge son pauta de cimas en toda ciudad, sus abismos guía de simas de toda ciudad.
La ciudad que nos acoge es hija de la suma de nuestras esperanzas, madre de nuestro incierto mañana.
Una parte de nosotros da el mosaico que reflejaría la imagen de la ciudad que nos acoge; en el intento de ordenación de las teselas, se hace evidente su profunda contradicción.
Pero amamos desmedidamente a la hermosa ciudad que nos acoge; su más portentoso prodigio es nuestra capacidad para imaginarla tal como es: coherente en su declarada imposibilidad.
Vicente Ferrer