Planes para 2018

En 2016 redactamos unos «Planes para 2016» de los que no hemos cumplido más que una ínfima parte. En 2017 no hicimos ningún plan; ni siquiera tuvimos tiempo para pensar en ello, atareados como estábamos mandando a paseo los planes para 2016. En 2018 podríamos relajarnos y seguir tirando de unos planes que están prácticamente sin estrenar, pero, por cortesía hacia los lectores, por mala conciencia, por desesperación o por lo que sea, vamos a hacer el esfuerzo de refrescar los buenos propósitos para el año que comienza y el esfuerzo ciertamente mayor de intentar cumplirlos. Da la impresión, además, de que poner las cosas por escrito lo aproxima a uno con paso firme a su objetivo.

Estos planes para 2018 que ahora presentamos se componen de cinco mandamientos para ser proferidos desde lo alto de una montaña y un sexto para ser cantado con música de Joan Baptista Humet. Es decir:

1: Reimprimiréis los títulos agotados.
2: Os reuniréis más a menudo con los lectores.
3: Abriréis, de una vez, esa tienda online que al parecer reclaman los nuevos tiempos.
4: Organizaréis talleres para que los niños jueguen a inventar sus propios libros.
5: Celebraréis, con alegría, el vigésimo aniversario de la editorial.
y 6: Pensaréis qué libros queréis hacer en el futuro, y si es verdad que hay que hacer libros o qué.

 

UNO.

Desde hace unos años nos hemos propuesto dejar de publicar novedades (y eso que únicamente sacamos tres libros al año) para concentrarnos en la reimpresión de los títulos que se han ido agotando. Un libro cuesta lo mismo cuando se hace por primera vez que cuando se vuelve a imprimir diez años más tarde, y, sin embargo, las expectativas de venta de una obra que no es considerada una novedad son bastante menores. Tenemos claro que es necesario ocuparse de esos libros tanto como de los nuevos: es un compromiso adquirido con los autores, y, evidentemente, también con los lectores, cuyo número debe ir ampliándose y no menguando. Así que hay que destinar fondos para ello; fondos que, en el caso de una editorial pequeña como la nuestra, suponen prácticamente la totalidad del capital disponible.

En 2017 hemos reeditado el Taller de pintura y construcciones, libro de César Fernández Arias que fue novedad hace doce años, y Pelo de Zanahoria, de Jules Renard y Gabriela Rubio, que fue uno de los tres títulos con los que Media Vaca inauguró su catálogo, hace ahora veinte años. El trabajo realizado con estos libros va un poco más lejos de una mera reimpresión: los archivos de imagen del Taller se han revisado por completo para mejorar la calidad de la reproducción, y la nueva edición de Pelo de Zanahoria ha pasado de tener 208 páginas a 240, ya que cuenta con diez ilustraciones adicionales. Habrá que volver a hacer algunos otros libros que se han ido vendiendo poco a poco y que actualmente no están disponibles. Quizá no sea necesario aplicarse a la labor con un celo tan extraordinario; en la mayor parte de los casos bastará con corregir las erratas y eliminar errores molestos, y procurar que la nueva edición no desmerezca de la anterior.

DOS.

Seguimos teniendo pendiente la visita a unas cuantas librerías que nos apoyan y dan visibilidad a nuestro catálogo, y que suelen efectuar pedidos con regularidad. El plan, tal como lo formulamos en 2016, consistía en reunirse con los lectores para hablar un poco de todo y de nada, para ponernos cara, para compartir un rato. Eso no ha sido posible hasta el momento porque, como es sabido (y si no se sabe, lo digo ahora), después de varias experiencias de distribución comercial con resultado, digamos, regulín, hemos acabado convirtiéndonos en los gestores de nuestro propio fondo. Sin ninguna duda, el envío de libros a librerías y a particulares es la actividad a la que dedicamos un mayor número de horas al día. Es complicado, pues, ausentarse de casa, porque todo queda paralizado irremediablemente. Cuando tenemos que viajar, aunque sea por poco tiempo, tenemos que realizar grandes esfuerzos para atender todas las tareas a las que estamos obligados, y procuramos no dejar un mensaje sin contestar, un paquete sin cerrar, una factura sin enviar. A nuestro regreso, nos esperan siempre unas cuantas llamadas apremiantes. Como es sabido (y si no se sabe, también lo digo ahora), desde su inicio la editorial está formada únicamente por dos personas con un número limitado de brazos.

TRES.

Para que el plan número 2 pueda hacerse realidad, será preciso que el plan número 3 funcione. Se trata de la apertura de una tienda online dedicada a la venta de libros que facilite la gestión de los pedidos. Sobre todo, que solucione las mil dificultades a las que nos enfrentamos actualmente para vender libros en un mercado global en el que los pedidos se realizan, en gran medida, a través de dispositivos móviles. Deseamos que esta tienda online, en la que hemos venido trabajando con intensidad todos los días de 2017, con el asesoramiento de amigos y expertos, resulte verdaderamente eficaz y nos proporcione mayor libertad de movimientos. Ojalá sea así. No es sencillo, para quien hace libros de una manera casi artesanal, comprender perfectamente el funcionamiento y las exigencias del mecanismo.

CUATRO.

También hemos dedicado algunas horas y minutos de 2017 a pensar en talleres para disfrutar inventando libros, con el propósito de que los niños (y, por qué no, también los mayores) se apropien de esta herramienta extraordinaria y hagan de ella algo vivo y útil. Eso sí, aunque hemos fantaseado mucho con estos talleres, no hemos conseguido poner en práctica ninguno. Somos moderadamente optimistas, aunque a veces no podemos evitar sentir cierta angustia al pensar que mientras vamos afinando las ideas y afilando los lápices, los futuros participantes de estos talleres siguen creciendo y creciendo, y quizá en un horizonte cercano ya no tengan para ellos el mismo sentido que para nosotros ni la palabra lápiz ni la palabra libro.

CINCO.

El plan número 5 es un deseo de felicidad. Y de supervivencia. Si llegamos a cumplirlo querrá decir que hemos sobrevivido a 2018, ya que el aniversario de la editorial habría que celebrarlo en el último mes del año. Fue en diciembre de 1998, en plena campaña navideña, cuando aparecieron los tres primeros libros de Media Vaca. (Es evidente que no disponíamos entonces de un plan para 1998, con lo bien que nos hubiera venido). Sería muy agradable que esta celebración sirviera, además de para hablar de libros y de ilustración, para reencontrarse con viejos amigos y para saludar a unos cuantos amigos nuevos. Dentro de este plan, hay varios subplanes para organizar exposiciones, para producir una pequeña publicación y para celebrar una fiesta o algo parecido. De todo ello se hablará cuando llegue el momento.

Entre los planes para 2018 no está el de abrir una cuenta de Facebook o de Twitter, pero seguiremos alimentando la de Instagram, en funcionamiento desde septiembre de 2017, que nos ocupa bastante tiempo pero que no nos ha obligado a dar un giro muy radical en nuestras costumbres. Esto del Instagram debería servir, fundamentalmente, para explicar algo de las cosas que hacemos y dar pistas a quienes se interesan por los libros. No solo a los que se interesan por ellos como lectores, sino a los que desean convertirse en autores; para que dispongan de información suficiente a la hora de valorar a quién envían sus proyectos. No sé si lo lograremos, pero merece la pena intentarlo. Como todos los años, desde hace unos cuantos, también en 2018 trataremos de ponernos al día con las comunicaciones con los ilustradores, escritores y lectores que nos hacen llegar sus propuestas, sugerencias y comentarios. Es un objetivo complicado, por todas las razones expuestas anteriormente, pero no imposible. Desde aquí, pedimos disculpas a todos aquellos a quienes no hemos podido contestar diligentemente, tal como se espera que hagamos.

SEIS.

El plan número 6, tal como hemos anunciado, tiene música de Joan Baptista Humet. También tiene letra de Humet. Es, en realidad, una canción de Humet. Es esa que dice: «Hay que vivir, amigo mío, antes que nada hay que vivir, y ya va haciendo frío». Qué gran tipo, cómo lo echamos de menos.


En la imagen, los editores de Media Vaca en mitad de un plan. Fotografía de Carlos A. Schwartz.